La carrera por la vacuna contra el coronavirus: Estados Unidos, Rusia y China, en su propia Tercera Guerra Mundial
Las tres grandes potencias se han embarcado en una puja que, hace años, era difícil de imaginar. No se trata de una batalla armamentística, ni tampoco por la conquista espacial. El campo de batalla es ahora el escenario planteado por conseguir la vacuna que salve a gran parte de la población mundial.Martes 1 de diciembre de 2020
Y los principales actores en este complejo escenario, no son uno más. China, Rusia y Estados Unidos, se han embarcado en una inesperada carrera que no es armamentística, ni tampoco espacial: van detrás del descubrimiento de una vacuna que se transforme en la salvación definitiva. Un milagro que todo el mundo, luego, les debería agradecer.
Con ese marco, deben moverse con la mayor premura; pero al mismo tiempo, con absoluta responsabilidad. Después de todo, la vida de millones de seres humanos depende de los buenos resultados que surjan de las febriles investigaciones de los diferentes laboratorios que enarbolan sus respectivas banderas. Los líderes de esas grandes potencias se han comportado tal como se esperaba de ellos. Trataron, de un modo u otro, de sacar el mayor rédito posible y llevar la mayor cantidad de agua para su molino. Nadie aguardaba otra cosa. Ventajas y más ventajas en la supremacía mundial, eso es lo que demostraron priorizar.
Las promesas de cada uno, tampoco se hicieron esperar. Mientras el líder chino, Xi Jinping, decretó de facto que su inmensa nación ya no estaba afectada por el letal virus del Covid-19; su par ruso, Vladimir Putin, usó a su propia hija como «rata de laboratorio» para hacerle aplicar la vacuna rusa Sputnik V; en tanto que un desesperado Donald Trump -antes de perder las elecciones presidenciales en los Estados Unidos- proclamaba a los cuatro vientos que su país daría con la cura antes de que él deje la Casa Blanca.
Vale decir que la Administración de Trump necesita un golpe de efecto que minimice su estrepitosa salida del Gobierno a manos de su rival, el demócrata Joe Biden, y en consecuencia si tiene que «apurar los trámites» para conseguir la tan ansiada vacuna, lo hará.
Sin ir más lejos, se ha activado oportunamente una operación -casi secreta y con tintes de una movida bélica militar- que bajo el nombre de «Warp Speed» (velocidad de la deformación) tiene como único objetivo acelerar la llegada del remedio a semejante enfermedad. La gente no importa. Importa el impacto propagandístico que lo pueda (aunque sea mínimamente) beneficiar.