El 70 por ciento de los internados en Cipolletti ha fallecido

El dato lo suministró la jefa de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del hospital Pedro Moguillansky, Rita Martín. 

02 de Octubre de 2020
La jefa de Terapia Intensiva del hospital Pedro Moguillansky de Cipolletti, Rita Martín, dijo que la mortalidad asciende al 70 por ciento desde que comenzó la pandemia de Covid-19. No saben muy bien por qué son tan pocos lo que salen adelante. Pero es un hecho, y en lo últimos dos meses, los más virulentos, contó que lograron que se vayan de alta, de la UTI del hospital, apenas nueve pacientes. «El virus es muy agresivo», agregó.
Por eso, la especialista advirtió a La Mañana de Cipolletti que «hacemos tanto hincapié en el tratamiento previo y la prevención, justamente para que el paciente no llegue al respirador». Se trabaja mucho sobre los pacientes moderados, suministrándole casco Helmet o plasma convalenciente. Es que la mayoría de ellos no resistirían cuidados intensivos durante mucho tiempo. Hay que estar fuertes y en condiciones para afrontar una UTI y salir de ahí con vida.
Incluso en condiciones normales, entre el 28 y el 30 por ciento de los pacientes que ingresan a UTI pierden la vida. De por sí, la terapia tiene una mortandad elevada.
Por otro lado, las personas mayores de 75 años, por lo general, no ingresan a terapia intensiva. No soportan ser intubados. «La mayoría se muere», aseguró la jefa de terapia intensiva.
Agregó que los pacientes que ingresaron a la UTI del hospital, desde el inicio de la pandemia, son hombres y mujeres «jóvenes y sanos», de menos de 60 años. Lo único que se observó como un factor que puede incidir significativamente en su evolución es el sobrepeso o la obesidad. Después, no hay co morbilidades que expliquen el grado de afectación que tiene el virus en el organismo de estos pacientes, los más críticos. Al menos esto ocurrió y sigue ocurriendo en Cipolletti.
«A nosotros se nos ha muerto un chico de 32 años que era sano; y tuvimos el caso de otro paciente, de 33, que pasó 45 días con un respirador y una semana más en Clínica Médica», ejemplificó la especialista.
Tuvieron familias internadas o jóvenes que se juntaron y contagiaron a sus padres. Y muchos pacientes con obra social que no pueden ser atendidos en otro lugar porque el sector privado también está colapsado.
También preocupa y llama la atención la cantidad de tiempo que pueden pasar estos pacientes en una UTI conectados a un respirador. Según Martín, el promedio de internación por Covid-19 es de 30 días, lo que marca un parámetro.
Algunos recibieron el alta después de los 45 días e, incluso, hay gente que ha permanecido hasta 60 días, porque si bien negativizaron la viremia, no se lograron reponer y siguieron conectados a un respirador. Incluso después quedan tan débiles, que lleva un tiempo volver a sentirse fuertes y sanos, como si les hubiese pasado «una topadora» por encima de sus cuerpos. «Hay que hacer todo un entrenamiento porque el trabajo es largo», observó la referente en Salud.
Una vez que ingresan, el día a día anticipa su desenlace. A veces, en cuestión de horas. «Si no mejoran nunca, es muy probable que fallezcan. La mala evolución se ve rápido. Si al quinto día lo vemos mal, sabemos que son muchas las posibilidades de que no salgan de la terapia», advirtió la especialista.
De esta manera, lo que viven puertas adentro de una UTI con los pacientes echa por tierra una idea muy instalada en la sociedad, pero a todas luces falaz, cuando pacientes, familiares y la gente, en general, reclaman desesperados un respirador, como si ese recurso, limitado además, salve sí o sí la vida de las personas que contrajeron el virus. «Ni con 30 respiradores, más personal y ocho clínicas esto se resuelve. La solución es tomar conciencia, con cuidados básicos que no son extremos, como lavarse las manos y usar barbijo», aseguró Martín.
En esos momentos, el personal de Salud apuesta fuerte a los cascos Helmet, como método alternativo que evita la intubación. En el hospital tienen 10. «Es una estrategia que está dando muy buenos resultados con pacientes moderados, ya que minimizamos mucho la asistencia respiratoria mecánica. El casco es menos invasivo y permite que el pulmón esté abierto para que entre mejor el oxígeno», advirtió la jefa de UTI.
A cama caliente
El sistema sanitario está saturado, no solo en Cipolletti. La ocupación de camas es plena, prácticamente a toda hora. «Estamos a cama caliente desde hace dos meses, y es muy desalentador para nosotros saber que los casos van a seguir aumentando. Te genera un dolor muy grande y nos preguntamos cómo vamos a hacer, porque estamos todos los días al 100%», confesó Martín.
En la terapia intensiva, hay siete profesionales de planta que ponen el cuerpo y el alma a los pacientes más críticos para salvarles la vida. Se sumaron tres residentes de la Asociación de Anestesia y duplicaron las guardias para dar respuesta a la demanda. Aún así, en la UTI del hospital no tienen respiro.
«Somos pocos los especialistas y no hay mucha gente que pueda hacer este trabajo si no están formado. Es así en todo el país. Es una especialidad que exige mucho y está mal paga. A nosotros nos ayuda la Asociación de Anestesia, con algunos residentes. Y hacemos guardias de a dos por la cantidad de pacientes que tenemos, y dónde están, ya que hay una terapia principal, en un lugar, y la otra UTI está a 80 metros», graficó Martín.
Por eso cuando la gente reclama respiradores, ellos dicen que por más que traigan 30, sin personal formado y preparado para atender a pacientes en una UTI, no se puede hacer nada. Y aunque incorporen nuevos profesionales, abran nuevas clínicas, consideran que la solución es que la gente tome conciencia.
«Es un trabajo complejo el que nos toca. La gente no imagina lo que pasamos nosotros en el día a día, en la terapia. No tiene idea, y si supiera, no sé si tomaría conciencia. Lo que deja el equipo de Salud es muchísimo. Aparte del estrés que tenemos, saber que tenés que volver a tu casa y tenés una familia, es completo todo. Y las situaciones límites se presentan a diario», aseguró la jefa de terapia intensiva.
Un ejemplo: el viernes pasado estuvo de guardia. Tenía todas las camas ocupadas con pacientes ventilados, incluso en la guardia. Todos Covid-19 y puestos boca abajo, por el nivel de compromiso en sus pulmones. En esas circunstancias, la llamaron del quirófano porque una cesárea se había complicado y la mamá que recién había dado a luz a su pequeño requería ser internada.
«Yo no tenía dónde acostar a esa chica. Pasó a la sala de ginecología y la controlamos toda la guardia. Ese día me había quedado un solo respirador. Si esa chica se complicaba, lo iba a usar con ella; aunque luego llegara un paciente joven con Covid-19 y no tuviese otro respirador. La tenía que salvar a ella, había sido mamá y tenía a su bebé en neonatología. Situaciones como esta se plantean todos los días. Pero todavía no ha pasado que ingrese una persona y no pueda ser ventilada», relató.
Triage
El triage tiene dos momentos: el primero, cuando se evalúa que tipo de afectación tiene el paciente, si es leve, moderada o grave. Si es grave, va a la terapia intensiva; si es moderada, se traslada al sector de Clínica Médica. Hay un segundo momento que se aplica dentro de la UTI con los pacientes que ya están internados, cuando ven que su evolución clínica es mala. En estos casos, no progresan con las medidas.
«Todos los días ingresan pacientes Covid al hospital; y cuando llegan, por ahí las camas que tenemos -13- están ocupadas y hay que ventilarlos en Clínica Médica o en la guardia, donde tenemos otras cuatro camas más», apuntó.
Reconoció que en el último mes tuvieron «que seleccionar muchos pacientes porque la casúistica aumentó un montón». Pero reiteró que esto no quiere decir que alguno de ellos no haya recibido atención. Para ser más gráficos, Martín comentó la situación de tener dos pacientes graves y un respirador disponible. ¿A quién se lo doy?…
En esos casos, se aplica el triage para evaluar quién de ellos tiene mayores expectativas de sobrevida en una unidad de terapia intensiva, en función de lo cual a uno le ponen el caso Helmet y al otro, al que puede soportar mejor una intubación, le suministran el respirador. «Esto sí nos ha pasado, que dos requieran un respirador y haya uno solo. Pero no dejamos a nadie sin respuesta. A todos se les brindó algún tipo de atención», aseguró.
Siempre es una decisión difícil de tomar, que se comparte con tres médicos y se habla con el Comité de Bioética. Incluso también están interviniendo los especialistas de cuidados paliativos para brindar contención a los familiares.

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